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Por más diálogo y menos odio. El legado de Vero Bailone
Por Matías Bailone
Un sacerdote de la iglesia católica de esta provincia se congratuló del fallecimiento de mi hermana Verónica Bailone en septiembre pasado. El miserable cura Juan María Casamayor, de Nueva Galia, que fue sancionado por el Obispo de San Luis por indicación del Papa Francisco, mostró su condición anticristiana de alegrarse de una muerte que estaba llorando la provincia entera. Y lo hizo amparándose en el fanatismo religioso más medieval y en el odio que cultivan los talibanes del catolicismo.
El Papa Francisco se encargó personal y cariñosamente de hablar con mi madre para pedirle perdón por este “cura malnacido” de Casamayor, conocido funestamente en el sur de San Luis como el “Padre John”. Cinco veces en la larga conversación telefónica, el Papa Francisco pidió perdón a modo personal e institucional porque todavía haya en la iglesia nefastos personajes como este exponente del odio. Llegó a decir que por curas como ese es que cambió al obispo de San Luis.
Todos sabemos que la provincia de San Luis tuvo la fatalidad de tener un catolicismo fundamentalista durante varias décadas, influencia de un obispo conservador como Juan Rodolfo Laise que fue cómplice de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar y responsable de las páginas más negras de la iglesia puntana. San Luis se cuenta entre las provincias con más odio religioso y este cura representa eso.
Las actitudes del Papa Francisco y del nuevo obispo de la diócesis fueron contundentes y cristianas, pero las actitudes de los demás sacerdotes de la provincia no fueron de pedir perdón o de repudio a dichos tan miserables, sino que fueron del tono de decir que no se le prestara atención, porque era casi un inimputable. La poca empatía hacia el sufrimiento de quiénes quedábamos solos ante la partida de Verónica, fue de una monstruosidad inigualable.
Hoy la República Argentina está un paso más alejado del medioevo oscurantista y más cerca de la una república de derechos y garantías. La sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, como deuda pendiente de la democracia, pone a nuestro país en la senda de la ciudadanía plena con derechos. En el año 2006 publicamos un libro con Rubén Figari sobre este tema, abogando por la no punición del aborto en la senda de un sistema penal de garantías y de mínima expresión.
Celebro la decisión del Senado argentino como muestra de civilidad y como prueba de que tenemos que dejar atrás el discurso del odio de los oscurantistas religiosos, ya sean católicos como el cura Casamayor, o evangelistas como los que apoyan a Bolsonaro en Brasil o a Patricia Bullrich en nuestro país.
En Villa Mercedes, el Honorable Concejo Deliberante instituyó el día 2 de septiembre como el día de la conciliación política, reflexión, empatía y humanización, en homenaje a la figura política de mi hermana. Vero Bailone fue un aluvión de ternura y acción, de compromiso y de empatía con el otro. Los pocos años de vida política activa demostró una pasión por el diálogo y el consenso, que fue reconocida ahora por quienes fueron sus antagonistas en las contiendas electorales.
Pasan los días y los meses y aún no encontramos la palabra adecuada para el dolor que nos quema las entrañas a quienes la lloramos con lágrimas ardientes. Su ausencia es un padecimiento que cada día duele más, pero también que nos lleva a comprometernos con los valores y los ideales que enarboló siempre como estandarte.
Si bien el Concejo Deliberante villamercedino ya repudió en su momento los dichos del cura Casamayor, así como todas las instituciones y personalidades públicas, y se hicieron las denuncias y presentaciones correspondientes, pienso que nada mejor para contradecir a ese maligno y malnacido sacerdote, tal como lo definió el Papa Francisco, que este día de conmemoración que se hace en honor de aquella mujer maravillosa que sigue iluminando nuestras vidas y la mejor concepción de la política desde el ineluctable fulgor de su mirada.