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Tropecé de nuevo con la misma piedra: La falsa ilusión de “la repitencia”

Por Mabel Becerra *
Mucho se ha dicho sobre lo que debe hacer o no la escuela y sus docentes. Recetas mágicas abundan por doquier para resolver problemas complejos que ni la sociedad se hace cargo. Sin embargo, opina convirtiéndose en el gran escollo que debemos sortear los docentes, si realmente queremos ocuparnos de solucionar problemas que son propios de la escuela.
Para hablar de repitencia tenemos que mencionar qué entendemos por evaluación y qué representaciones circulan sobre ella. No sé si han visto la película Mentes peligrosas. La profesora (que interpreta Michelle Pfeiffer) se gana la confianza de un grupo de alumnos “marginales” y obtiene grandes logros en su educación al comenzar su primera clase diciendo: Todos tienen la máxima nota. A partir de allí el trabajo de los alumnos consiste en sostenerla con un buen desempeño o empezar a descontar.
Dicha película nos demuestra cómo las calificaciones escolares dicen más de lo que dicen. Enuncian un juicio valorativo que tiene consecuencias objetivas, como aprobar o desaprobar una materia, pasar de año, repetir. Además, significan una aceptación o un rechazo como persona y ayudan a tallar la propia imagen: soy bueno, soy malo, sirvo o no sirvo, puedo, no puedo, soy mediocre. En pocas palabras, podemos decir que evaluar es un dispositivo de poder.
Seguramente vamos a coincidir que todo sistema educativo descansa sobre una evaluación vertical cuyas “víctimas finales” son los estudiantes. Algunos autores hacen referencia a que el alumno ideal es aquel que pasa por el sistema como una sombra sin cuerpo, capaz de adaptarse a todo lo que quiera proyectarla. A ése se lo evalúa con grandes cifras y elogios. Pero como no todo es “color rosa” en la escuela, tenemos aquellos estudiantes que se niegan a adaptarse, entonces se crea la “falsa ilusión” de la repitencia como dispositivo de aprendizaje.
Hacer dos veces lo mismo pareciera la solución a aquello que los estudiantes no aprenden. En esta “falsa ilusión de aprendizaje” muchos estudiantes deben transitar nuevamente aquellas materias que aprobaron (10 materias aprobadas por dos o tres que no aprobaron). Un estudiante no es promocionado al año siguiente por dos o tres materias o, un estudiante, para “pasar” al ciclo orientado (4, 5 y 6 año) debe tener todas las materias aprobadas del ciclo básico (1, 2 y 3 año). No importa todo el recorrido realizado, una materia lo deja afuera de cualquier posibilidad. ¿Alguien puede negar que evaluar no es un dispositivo de poder?
En nuestro país a nadie se lo juzga dos veces por lo mismo, todos lo sabemos, pero en educación todo es posible y muy difícil de cambiar. Una vez pregunté a una profe, muy defensora de la repitencia, ¿Cómo podía ser que uno de sus estudiantes hubiese aprobado su materia el año anterior y ese año como repitente reprobarla si los contenidos eran los mismos, los tiempos evaluatorios y modos eran iguales, el profe el mismo? Me respondió: “Lo que pasa que el grupo influye, también lo que le sucede al interior de su familia”.
Seguí preguntando: “Supongamos que tengas razón, no acuerdo en ello. ¿Qué te parece si ese pibe que aprueba ciertas materias pero no todas las necesarias para “pasar de año”, pudiera seguir transitando el año siguiente, asistiendo a las materias que no aprobó, con un acompañamiento donde los tiempos académicos y de evaluación fueran otros y continuar con las que corresponden al año inmediato superior?”
Respondió que era una injusticia porque eso sería darle ventajas sobre el resto. Pregunté: ¿Dónde está aquello que repetimos hasta el cansancio en cursos, congresos y planificaciones de “respetar los ritmos de aprendizaje de cada estudiante?”.
¿Por qué no aprenden los estudiantes? ¿Cómo hacemos para que aprendan? ¿Que nos enseña la repitencia? ¿Que se aprende repitiendo? ¿Cómo nos interpela a los docentes?
Vamos a coincidir que la escuela es la única institución pública que pretende incluir a aquellos grupos sociales que la sociedad intenta por otros medios excluir. Los mecanismos sociales integradores como el trabajo, los beneficios sociales, las organizaciones gremiales en muchas ocasiones no alcanzan a los sectores más postergados de la sociedad. Entonces de la escuela se espera que pueda dar respuestas donde el Estado y la sociedad no pueden resolver. Una mochila enorme de expectativas difícil de cargar sobre las espaldas de los docentes.
Cuando nos enfrentamos a la disyuntiva de qué hacer ante un alumno que no aprendió lo suficiente. “¿Lo dejo pasar aunque sepa poco y entonces fracasara el año próximo, o lo harán repetir y quizás abandone la escuela?”. La culpa recae sobre las espaldas de los alumnos que son excluidos, “son vagos”, “no les interesa aprender” “quieren todo fácil, sin esfuerzo” “se premia el no esfuerzo”.
Sobre las espaldas de los tutores, cuando a pesar de la alarmante correlación entre exclusión escolar y pobreza, siguen contestando que “su hijo abandonó la escuela porque la cabeza no le da”, “prefiere estar en la calle”, “no nació para la estudiar”. Sobre la propia institución que debe educar en solidaridad en una sociedad que distribuye los bienes materiales y culturales únicamente según la posición que se tenga frente al mercado o cuando debe formar en valores del trabajo mientras que muchos alumnos ven que sus adultos no logran acceder a un empleo formal y deben cargar con el estigma de ser hijos de “planeros”.
Frente a todo este panorama y a todas las contradicciones propias que se le puede adjudicar a la escuela y a sus maestros, se siguen buscando alternativas que garanticen una educación para todos. Hace unos días atrás la provincia de Santa Fe propuso ELIMINAR EN FORMA DEFINITIVA LA POSIBILIDAD DE QUE LOS ALUMNOS REPITAN DE AÑO, la premisa es “avance continuo”. Es decir, los pibes no repetirán de año sino avanzando con el grupo de pertenencia.
En el mismo sentido hace unos años atrás, 2012, el Consejo Federal de Educación propuso la promoción automática en el primer ciclo como respuesta a la repitencia en 1er grado de Primaria. La Resolución Nº174/2012 del Consejo Federal de Educación resuelve –entre otras cosas– “considerar como unidad pedagógica a los dos primeros años de la escuela primaria” y la consiguiente reformulación “de los regímenes de promoción a los efectos que rijan a partir de segundo año/grado”(CFE, Res N° 174/12, párrafo 22) con fecha límite para su implementación en el año 2016
El Plan Estratégico Nacional 2016-2021 “Argentina enseña y aprende” (aprobado por CFE, Res. N° 285/16) se propone “profundizar las estrategias pedagógicas y socioeducativas orientadas al fortalecimiento de las trayectorias de los/las estudiantes desde el inicio de la escolaridad hasta su finalización”.
Frente a este debate donde se visibilizan los usos y los sentidos de la repitencia, podemos ver que a nivel mundial, las políticas de repetición suelen estar vinculadas a tradiciones históricas que determinaron el desarrollo de los sistemas educativos bajo un legado colonial. La repetición no es común en los sistemas escandinavos ni anglosajones, mientras que se practica en los países latinos y mediterráneos y en menor grado en los sistemas germánicos de educación.
Podemos decir que en los sistemas educativos en los que se utiliza la repitencia corresponde a una concepción de la educación centrada en el sistema y basada sobre la idea de que cada alumno debe alcanzar las expectativas del sistema, las cuales son idénticas para todos. Por otro lado, los países que practican la “promoción” priorizan que el alumno desarrolle toda su educación con niños de su misma edad, y que sea el sistema educativo quien implemente las medidas necesarias para garantizar los aprendizajes requeridos.
Por lo tanto, la concepción de educación en estos sistema están centrados en el alumno”. En otras palabras, la diferencia en los dos paradigmas radica en el modelo pedagógico implementado. Por eso es necesario abrir el debate respecto a qué enseñamos, cómo enseñamos y quienes tienen acceso a determinados conocimientos; dicho acceso determina la distribución del poder y de la riqueza. Es decir, el modelo de país que queremos, nada más ni nada menos. No podemos pedir calidad sin inclusión. Un país que se pronuncia democrático, respetuoso de los DDHH precisa que todos los pibes y las pibas estén en el secundario y que además aprendan.
Cabe aclarar que la eliminación de la repitencia no implica “per se” mejoras en los niveles de aprendizaje de los alumnos. Sin embargo, modificar una práctica nociva (afecta a la autestima) como la repitencia implica un avance hacia una “mejor práctica”, dado que obligaría a la comunidad educativa a buscar soluciones realmente eficaces para apoyar a los alumnos con “dificultades” de aprendizaje. Ayudaría a que se hicieran importantes clarificaciones conceptuales sobre qué entendemos por evaluación.
Estas modificaciones en el régimen de promoción de alumnos deben estar acompañadas de acciones estratégicas necesarias, para modificar las representaciones “positivas de la repitencia” y de este modo eliminar la resistencia por parte de las familias y de algunos docentes:
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Promoción asistida, en la cual el alumno promociona el grado mientras recibe acompañamiento didáctico y seguimiento individualizado.
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Organización ciclada del nivel, que puede estar acompañada de pasaje del docente junto con el grupo de alumnos a lo largo del ciclo completo (Unidad pedagógico que se implementa en Nivel Inicial y Primer y Segundo grado) El grado pierde relevancia. Los maestros trabajan en equipo y en varias ocasiones un mismo maestro acompaña a los niños en varios grados.
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Decisión sobre promoción compartida entre dos o más docentes (y/o el director), con el objetivo de minimizar las arbitrariedades y aportar distintas visiones.
Por último, no hay un único responsable ni, mucho menos, son únicas las respuestas o soluciones a cuestiones técnicas. Sí sostengo que la escuela tiene que hacerse cargo del aprendizaje de sus estudiantes. Por lo tanto su propósito y su esfuerzo estarán puestos en que todos sus estudiantes completen su educación con la convicción que todos pueden aprender. Partir de esta premisa no implica que todos lo hagan en el mismo tiempo y de la misma manera. Se trata que todos se desarrollen personal y socialmente como seres autónomos y con posibilidades de desplegar al máximo sus potencialidades, para lograr una inserción activa en el mundo en el que viven.
Esa escuela que pretendemos atenderá las dificultades de aprendizaje de sus estudiantes como una singularidad, que les es propia a cada sujeto, y con el convencimiento que esas “singularidades” son un desafío para mejorar la enseñanza y aprendizaje de todos construyendo alternativas para todos. No están las garantías materiales para que la escuela pueda ofrecer un menú a la carta pero puede intentarlo. Es urgente que lo haga.
* Profesora de Nivel Inicial en Villa Mercedes. Postítulo en Innovación Educativa.