“La diferencia entre un genio y un loco es el éxito. Nos vemos en octubre”. Un mantra, o mejor, un slogan que Javier Milei utiliza como cierre en entrevistas para posicionar su candidatura a la presidencia argentina. Sin ir más lejos, así cerró su entrevista con Marcelo Bonelli en Arriba Argentinos este lunes 14, luego de su victoria en las PASO.
La frase es contundente, dura, directa, como todo su discurso. Pero como todo en su estética e imagen de marca, se cae a pedazos con el más mínimo análisis. “The distance between insanity and genius is measured only by success” que se puede traducir como «La distancia entre la locura y la genialidad se mide solo por el éxito» es una frase del villano Eliot Carver, de “El mañana nunca muere”, una película de James Bond del año 1997.
El autor de la frase es Bruce Feirstein, un escritor estadounidense conocido por su sátira. De hecho, “El mañana nunca muere” es una pieza de culto entre las películas de James Bond, catalogada como una película demasiado cercana a la realidad para ser parte del universo del Agente 007.
Eliot Carver es un multimillonario de la industria de medios y su objetivo es incitar una guerra entre Inglaterra y China para destruir el gobierno chino y lograr un monopolio de los medios de comunicación de ese país. En 1997 esto se consideraba una sátira. El neoliberalismo ha recorrido un largo camino.
Las comparaciones están de más, se vienen haciendo desde hace casi diez años. Magnates, multimillonarios que ocupan lugares de poder, que parecen poco más que payasos graciosos en los medios de comunicación; que gritan, se ponen rojos, dicen disparates y ganan elecciones.
Comparar a Javier Milei con un personaje de James Bond es un chiste fácil y viejo, como el neoliberalismo argentino. Ya lo vimos en Estados Unidos, ya lo vimos en Brasil, y seguimos creyendo que este país es inmune, que somos distintos, únicos. Pero viene Javier Milei citando a un villano de Bond y no lo vemos.
¿Y cómo podríamos verlo? Si tampoco escuchamos. No escuchamos que va a quitar los derechos laborales. Salimos de vacaciones pagas después de votar a Millei sin escuchar que vamos a perder ese derecho. Salimos de rendir examen en la universidad pública y gratuita y vamos a votar a Milei sin entender que va a cerrarla. Salimos de atendernos en el hospital público y vamos a votar a Milei sin entender que va a privatizarlo. En San Luis salimos por redes sociales con el wifi gratuito, festejando el triunfo de Milei sin entender que van a cortar el cable.
Creemos que nos mienten, que exageran, que el peluca no es así, es la casta que lo quiere bajar. Pero el peluca no miente, lo dice muy claro. Dice que va a privatizar, que va destruir la salud, la educación, la economía, el estado, la aberración de la justicia social, que si alguien quiere derechos tiene que pagarlos pero lo seguimos votando.
Y hay una razón, contundente, dura y directa, y tenemos que hacernos cargo de eso. La política nos defraudó. La casta existe, está en el poder y no lo quiere soltar, y mientras sigamos dejándola parasitar, van a seguir surgiendo otros Javier Milei.
Pero el error está en pensar que la solución es apolítica. La única herramienta de transformación social es la política, entonces tenemos que arrebatarle esa herramienta a la casta y usarla. Para que no haya más Milei no tiene que haber más casta y para que no haya más casta hay que limpiar los lugares de poder y ocuparlos.
Esos políticos acobachados, derrotados, viejos y parasitarios tienen que entregar la llave y dejar que los de abajo realicen la transformación social. La solución no son los magnates, los multimillonarios y los villanos de James Bond, es la militancia, la solidaridad y la justicia social, y eso solo puede llegar desde las bases.
* Lic. en Comunicación. Docente. Observatorio de Campaña UNLC.
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