Santiago Schauman se puso a estudiar las áreas protegidas y sospechó que las formas tenían directa relación con la conservación. Siguió estudiando y reforzó su punto de vista. Junto a otros investigadores de otras áreas profundizó su mirada a nivel mundial y escribió un artículo que fue publicado el año pasado en la revista Nature Sustainability, con la intención de “contribuir en el impacto de políticas internacionales en relación al cuidado y preservación de estos espacios”.
Hasta allí el resumido trayecto que otros tantos investigadores han seguido, para lograr que sus estudios presenten tal nivel de profundidad y originalidad, que merezcan ser publicados por prestigiosas publicaciones científicas, que las exponen y comparten con el mundo académico. Lo que nunca imaginó, seguramente, fue que meses más tarde un prestigioso periodista de EE.UU. lo contactaría para hacer un informe y replicar su planteo en el reconocido diario norteamericano The Washington Post.
El pequeño problema, por así llamarlo, y que despertó el interés científico a nivel mundial, es que su tesis se anima a contradecir nada menos que el principal objetivo establecido en la Cumbre de Biodiversidad realizada en Montreal en diciembre de 2022, convocada por Naciones Unidas para fijar “metas comunes para la conservación de la biodiversidad global, ya que el estado de conservación de los espacios repercute a escala planetaria”.
Específicamente, se estableció que para el año 2030, cada país debería conservar el 30% de su territorio con el objetivo de conservar la naturaleza. La investigación de Schauman y sus colegas pone en debate este objetivo con un argumento muy simple, pero a la vez contundente: los países de todo el mundo informan el porcentaje de superficie dedicada a las áreas protegidas, pero no detallan qué formas tienen estas áreas, resalta en su artículo el Post.
¿QUÉ TIENE QUE VER LA GEOMETRÍA?
La investigación científica muestra que las áreas protegidas del mundo están progresivamente más expuestas a las presiones humanas y que estos lugares estarían en retroceso debido a las actividades del hombre. Este estudio radiografió la geometría (forma y tamaño) y la distribución de las áreas protegidas en todo el planeta. La investigación fue publicada en la revista Nature Sustainability y apunta a contribuir en el impacto de políticas internacionales en relación al cuidado y preservación de estos espacios, sintetizaba un informe publicado en la web de la UNSL en noviembre último.
Su investigación reveló que las áreas protegidas del mundo están cada vez más expuestas a la presión humana. Esto significa que la naturaleza pura está siendo atravesada por el hombre. El estudio se enfoca en el uso humano de los ecosistemas y en cómo las distintas sociedades buscan conservar estos espacios en el contexto de esta acelerada presión humana. La pregunta que lo guía es saber en qué estado de conservación está la naturaleza en los diferentes grandes ambientes del mundo.
En un contexto de pérdida acelerada de la biodiversidad y la búsqueda del mantenimiento de los servicios ecosistémicos que estos ambientes brindan a las sociedades, los países del mundo se reunieron en la Cumbre de Biodiversidad en Montreal 2022 para pautar metas comunes para la conservación de la biodiversidad global, ya que el estado de conservación de los espacios repercute a escala planetaria. Puntualmente se estableció que para el año 2030 cada país debería conservar el 30% de su territorio con el objetivo de conservar la naturaleza.
«Este es un objetivo ambicioso y existen evidencias que expresan que si bien un 30% pareciera mucho, debería ser más», expresó el investigador. Añadió que “tener el 30% de territorio protegido podría no ser suficiente si no se considera la geometría de las áreas protegidas”.
Tesis: la forma de las áreas protegidas tiene profundas implicancias en la conservación de la naturaleza a largo plazo y la sostenibilidad global.
Schauman sostuvo que los países del mundo llenan esos porcentajes de manera muy distinta. Algunos lo hacen con áreas protegidas grandes y compactas, y otros con espacios pequeños y fragmentados, expuestos a la presión humana, es decir al espacio no protegido. En un contexto acelerado de presión sobre los ecosistemas naturales, las áreas protegidas muy próximas al entorno no protegido van a estar sujetas a una mayor presión humana, reflejada en extracción de recursos, casería, desmontes, contaminación química y lumínica, entre otros. Todo tendrá impacto sobre esa naturaleza que se pretende conservar.
El científico explicó que las áreas más grandes y compactas que alejan las presiones humanas del interior protegido, están en países periféricos o en vías de desarrollo. Por el contrario y en contraste, la mayoría de los países desarrollados tienen áreas protegidas relativamente pequeñas y con formas particularmente complejas, perforadas y fragmentadas. Debería de haber una restauración de esos espacios (…) Las áreas protegidas más pequeñas y menos compactas se encuentran en los biomas del mundo más críticamente amenazados«, dijo.
El becario de la UNSL propone repensar como actuar en relación a las áreas protegidas. Históricamente se ha prestado poca atención al nivel de contacto e interacción de las tierras protegidas con su entorno no protegido y las implicancias que tiene esto en cuestiones críticas, como la penetrabilidad de la influencia humana sobre el ecosistema protegido o el flujo de especies, nutrientes y energía en la naturaleza.
«Nuestro estudio expone a la geometría de las áreas protegidas como un elemento complementario fundamental para la conservación de la naturaleza a largo plazo y la sostenibilidad global», remarca.
ESTUDIO ÚNICO EN EL MUNDO
El estudio de la geometría, tamaño y forma de las áreas protegidas, el analizar cómo son a nivel global y el demostrar su exposición a las presiones humanas, llevan a que este trabajo sea relevante para la comunidad científica mundial. Se trata de un trabajo único con un «mensaje potente», expresó su autor. Presenta una originalidad que hizo implicancias profundas en la naturaleza y en el bienestar humano que hace que haya sido aceptado en Nature Sustainability, una revista específica para hablar de sustentabilidad. «Esto es una plataforma donde te leen científicos de todo el mundo», dijo. Incluso los periodistas no especializados en la materia.
Este estudio pretende contribuir a que este plantea logre tener naturaleza a perpetuidad, en término de la existencia humana. «Mil años no es nada, y sin embargo dentro de mil años la situación de presiones humanas será extremadamente contrastante. El crecimiento poblacional y la explotación de recursos, cada vez es más acelerado», enfatizó.
¿CÓMO LLLEGÓ AL POST?
“El reportero y columnista Harry Stevens me contactó. Intercambiamos correos electrónicos y tuvimos algunas reuniones virtuales para discutir el trabajo y explorar el fenómeno en los Estados Unidos, donde se centró el enfoque de la nota. Al contar con opiniones de varios expertos en conservación estadounidenses, la nota quedó muy completa”, explicó Santiago Schauman.
El Washington Post publicó el artículo “Can we save nature with crazy shapes?” (¿Podemos salvar la naturaleza con formas locas?), donde hace referencia al trabajo publicado en Nature Sustainability, donde Schauman, Peñuelas, Jobbágy y Baldi analizan las formas de más de 200.000 áreas protegidas alrededor del mundo.
Se trata de una nota del reportero Harry Stevens (quien formó parte de un equipo de periodistas que ganó el Premio Pulitzer 2020), quien consultó a varios referentes de la temática, destacando la importancia de las áreas protegidas y su incidencia en la protección de la tierra, la vida silvestre y la naturaleza.
El artículo publicado por el medio norteamericano —en su versión web— es de carácter interactivo y destaca que “las Naciones Unidas quieren preservar el 30 por ciento del hábitat natural del mundo” y por ello “realiza un seguimiento del progreso hacia ese objetivo con una base de datos de áreas protegidas”. Sin embargo, el estudio Schauman y colegas pone en debate este objetivo nacido el 19 de diciembre de 2022.
¿Por qué? Porque los países de todo el mundo informan el porcentaje de superficie dedicada a las áreas protegidas, pero no detallan que formas que tienen estas áreas.
Según el reportero del Washington Post, “los autores encontraron muchas áreas protegidas perforadas con agujeros, como trapos comidos por las polillas. Algunas áreas son estrechas y contorsionadas y giran como fideos. Otras parecen tableros de ajedrez rotos y derretidos”.
Según el becario doctoral del IMASL (CONICET-UNSL), “el tamaño importa, pero la forma también”. No es lo mismo proteger áreas compactas que buscan alejar las presiones humanas de su interior que áreas muy próximas a sus bordes. Schauman y sus colegas descubrieron que un tercio de toda la tierra protegida del mundo está a menos de dos kilómetros de sus bordes, exponiendo a la vida silvestre a distintos niveles de presión humana.
En el artículo del Washington Post, Schauman permite realizar un recorrido virtual por las extrañas áreas protegidas de Estados Unidos. Sin embargo, el becario doctoral del IMASL sostiene que estos patrones pueden encontrarse en todo el planeta.
“Las áreas protegidas muy expuestas a la presión humana pueden dificultar la protección. Las ciudades y granjas cercanas pueden enviar aguas pluviales contaminadas al agua. El ruido de las carreteras y contaminación lumínica puede afectar a la vida silvestre. Las aves pueden chocar con líneas eléctricas y torres celulares, y así”, sostuvo remarcando que a medida que la presión sobre los recursos naturales se acelere, la presión sobre áreas protegidas no hará más que aumentar.
El artículo finaliza con una pregunta de Harry Stevens “¿Garantizan estas formas la conservación de la naturaleza a largo plazo? Por un lado, a menudo son las únicas formas disponibles”. Pero Schauman argumenta que “debemos al menos reconocer que el gran plan de la ONU para salvar la biodiversidad tiene a menudo menos que ver con preservar vastas extensiones de naturaleza que con reportar un mosaico de polígonos contorsionados”.
EL AUTOR Y SUS COLEGAS
Santiago Schauman integra el Grupo de Estudios Ambientales (GEA) del Instituto de Matemática Aplicada San Luis (IMASL), y actualmente realiza el Doctorado en Biología en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) con una beca doctoral del Conicet. Se recibió de Ingeniero Forestal en la Universidad Nacional de La Plata y de Máster en Ecología Terrestre en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Su interés por la naturaleza marca su carrera profesional y actualmente es consultado por científicos de todo el mundo al realizar un estudio que involucró a 300 mil áreas protegidas a nivel global.
Junto a Schauman trabajan los investigadores de la UNSL/Conicet, Germán Baldi y Esteban Jobbágy (director y codirector de la tesis doctoral), y Josep Peñuelas, un ecólogo catalán del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.
EL PERIODISTA
Harry Stevens pertenece al departamento de Clima y Medio Ambiente del The Washington Post como su primer columnista gráfico. Es un periodista curioso y codificador experimental. Se unió a The Post en 2019 después de una ecléctica carrera en periodismo, con períodos como bloguero, reportero, analista de datos y diseñador de infografías.
Escribió el artículo más visto en la historia de The Washington Post (una visualización innovadora que muestra cómo los brotes de enfermedades se propagan exponencialmente y cómo aplanar la curva) y trabajó en la serie “2C: Más allá del límite”, que ganó el Premio Pulitzer por sus explicaciones.
Es conocido por visualizar simulaciones de sistemas dinámicos (vistos recientemente en historias sobre secuenciación del genoma , inmunidad colectiva , votación por orden de preferencia y redistribución de distritos ) y por desafiar a los lectores a pensar críticamente sobre temas urgentes, como la energía nuclear .
Fuentes: UNSL / Conicet San Luis / The Washington Post
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