Por Mabel Becerra *
“Había una vez una palabra redonda, entera, brillante. Adentro de la palabra estaba el mundo. Y en el mundo estábamos nosotros, diciéndonos palabras”.
Graciela Montes
Es mi deseo que este 28 de mayo donde conmemoramos un año más a nuestra precursora Rosario Vera Peñaloza podamos reflexionar sobre las reivindicaciones pendientes con nuestro Nivel. Deseo, desde mi rebeldía Freidiana, esperanzadora y transformadora, que este texto tienda una mano a esa militancia pedagógica que llevamos un grupo de Jardineras hace ya casi tres décadas para que se efectivice el derecho social a la educación desde la cuna.
Una historia puede contarse de diferentes maneras, inspirada en Graciela Montes, elijo narrarlas con la palabra escrita en un papel. Redonda, entera, brillante de huellas que dan testimonio de las luchas por el derecho social a la educación desde la cuna.
Recientemente, al optar por la universalizar las salas de 3 años y establecer los Centros de Desarrollo Infantil (CDI) en lugar de los Jardines Maternales dependientes de la provincia, el Gobernador Claudio Poggi puso en debate el cuidado y la educación de los más pequeños, así como la transmisión de la cultura y el juego. Sin proponerlo puso en tensión la dicotomía entre asistencialismo y enseñanza que le dio inicio al Nivel Inicial.
Las huellas de nuestra historia como Nivel Inicial, narran que las instituciones a cargo de la primera infancia surgieron rompiendo con el mandato de inicio: territorio-sociocultural (urbano-rural) y modo de definir a ese niño (huérfano, niño-alumno o menor). En época de la colonia surgen instituciones de “guarda” (Casa de los niños expósitos), amparadas en los paradigmas de la caridad y luego de la filantropía; su atención a la niñez huérfana y abandonada y no se planteaban aspectos por fuera de la guarda o protección. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, con la conformación del sistema educativo, esta división entre niñez pobre- abandonada y niñez- escolarizada se mantiene en torno a la alianza familia-escuela. Son estas tensiones y dilemas los que resignifican y siguen configurando los procesos socio-histórico-políticos de la educación inicial.
Los Jardines de Infantes, desde la implementación del sistema educativo con la Ley 1420, han sido instituciones educativas innovadoras relacionadas con enfoques pedagógicos modernos. Sin embargo, en sus inicios, surgieron exclusivamente para los niños de sectores urbanos y familias acomodadas.
Esta marca de inicio expresa los desafíos colectivos a los que nos enfrentamos como jardineras. Cada acción que llevemos a cabo no solo debe reforzar la función pedagógica de nuestro Nivel, sino que también fomente la inclusión de todos los niños y todas las niñas, en especial aquellos de los sectores más desfavorecidos.
El pasado 1 de abril en la apertura de las sesiones Legislativas, cuando el Gobernador anuncia la universalización de las salas de 3 años y ofrece a los más pequeños (menores de 3 años) los Centros de Desarrollo Infantil, absorbiendo los Jardines maternales, escuchamos ruidos de contradicciones y silencios de omisiones por parte del Ministerio de Educación y de otros actores que tienen que ver históricamente con la reivindicación de Nuestro Nivel. Ni hablar sobre el programa de Alfabetización que será para otra oportunidad el análisis de cómo nos quieren retrotraer a la década de los 70/80 pero de la mano de la Diosa Neurociencia. Quizás, también, ¿deberíamos preguntarnos qué tan innovadora es la propuesta y què actitud será la nuestra como profesionales que decimos defender?
Sigo, el silencio del Ministerio de educación de nuestra provincia al delegar los Jardines Maternales a Desarrollo
Humano omite su responsabilidad sobre la educación de los niños y las niñas de 45 días a 2 años, a pesar de que la Ley de Educación Nacional nº 26.206 declara que el nivel inicial constituye una unidad pedagógica desde los inicios de la vida donde el Jardín Maternal forma parte de esa unidad pedagógica junto al Jardín de Infantes. Esta omisión produce una desatención de las infancias y una vulneración de sus derechos. Y se delega al Ministerio de Desarrollo Humano con los CDI a los menores de 2 años haciendo énfasis en el “cuidado, amor y nutrición” para los niños de los sectores sociales más vulnerados sin priorizar la educacion formal.
Los CDI surge como “Jardines comunitarios” durante la crisis de los 80/90 (neoliberalismo y neoconservadurismo). Durante esas dos décadas se multiplicaron los espacios ligados a grupos parroquiales, asociaciones civiles, movimientos de base y fundaciones, que se constituyeron no solo como comedores, sino como ámbitos para alojar a los niños durante el tiempo en que los integrantes de sus familias trabajaban o intentaban conseguir algún trabajo. En general, eran “mamas o mujeres” que ayudaban a otras “mamas” en el cuidado de los más pequeños. Estas “promotoras comunitarias” o “educadoras populares” (así se las definía porque no eran profesoras de Nivel Inicial) pusieron de manifiesto la diversidad y desigualdad social existente no solo en cuanto a las experiencias educativas, sino también en lo que respecta a la organización social del cuidado de los menores de 4 años. Entonces, durante la primera presidencia de Cristina Fernández, se sanciona la Ley 26.233 (2008) y su decreto reglamentario 1202/2008) donde no solo les reconoce la tarea loable de las mujeres, sino que además se crea un presupuesto para sostenerlos dentro de la educación no formal y se los denomina Centro de Desarrollo Infantil.
Los CDI son espacios destinados a la atención integral de la primera infancia con el objeto de brindar los cuidados adecuados e imprescindibles, complementando, orientando y coadyuvando en su rol, a las familias desde una función preventiva, promocional y reparadora. Por esa razón, los CDI pertenecen al área de la Secretaria de la Primera Infancia, no así el jardín Maternal. Si bien las experiencias educativas en los CDI son muy similares a las que ocurren en un Maternal, esa mimetización de las prácticas, surge para encontrar identidad a la tarea que hacían esas mujeres al cuidado de los más pequeños. No eran – ni lo son- un Maternal, pero venían a cubrir esa necesidad. Los CDI poseen identidad propia donde el cuidado se piensa desde el lugar de la asistencia y la estimulación temprana. Las experiencias “educativas” parten de saberes populares no así en el Maternal que debe poner a disposición de los pequeños los saberes relevantes que la sociedad argentina plasmo en los Nap’s, y en nuestra provincia particularmente, los Diseños Jurisdiccionales propios para el Jardín Maternal resolución Nº149-ME-2023.
El siguiente enlace contiene la normativa de los Centros de Desarrollo Infantil, así como también su característica y organización.
https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple/centros-de-desarrollo-infantil
Si bien la ley que regula a los CDI. Pero no garantiza que la promoción del aprendizaje y desarrollo de niños menores de 3 años pueda efectivizarse, tal como está expuesto en los objetivos. Las innumerables experiencias en estos centros son una acción loable de mujeres, pues, dieron una respuesta las necesidades de la población determinada pero también pusieron al descubierto el déficit de las políticas públicas en la atención de la 1era Infancia en Jardines Maternales públicos a lo largo y ancho del país.
El ruido es aún más alto cuando se dice que se universalizara la sala de 3 años, lo que implica mayor cantidad de niños y niñas y más pequeños en edad, Sin mejorar la organización y estructura del Nivel Inicial para garantizar condiciones necesarias, como la creación de cargos de conducción, auxiliar docente por sala, docentes de música, arte y educación física, lo que trae consigo una sobrecarga de tareas para el equipo docente desviando la atención en el trabajo pedagógico.
La deuda que el Estado Provincial posee con la educación de la 1era Infancia debería romper con la fragmentación histórica que le dieron sus inicios: asistencialismo versus educación. La Ley de Educación Nacional (26206) lleva casi dos décadas de vigencia en nuestro país (2006). En el 2008 muchas provincias lograron tener su propia ley de educación, San Luis NUNCA abrió el debate pese a todos los pedidos que hubo al respecto desde el movimiento sindical, los organismos e instituciones encargadas por velar por el Derecho Social a la Educación, en general y en particular, las Profesoras de Nivel Inicial. El año 2011 era el tiempo máximo establecido para la plena aplicación de la LEN en todos los niveles a lo largo de todo el territorio nacional. En este sentido, en nuestra provincia, la educación inicial sigue todavía en “pañales” donde la obligatoriedad y universalización desencadena una suerte de fragmentación del Nivel en cuanto a su concepción como unidad pedagógica.
Deseo desde esta rebeldía mía Freidiana, seguir construyendo este camino porque aún queda mucho por hacer para concretar el derecho a la educación con una distribución igualitaria de los bienes culturales desde la cuna. Tenemos que seguir apelando a la reflexión crítica, a la pregunta, a la rebeldía, a la imaginación y a la esperanza de que las cosas suceden cuando nos organizamos como colectivo.
Los desafíos que nos quedan son las luchas que nos faltan:
Pensar el Nivel Inicial como unidad pedagógica donde ambos ciclos de la educación inicial -Jardín Maternal y Jardín de Infantes- puedan compartir un proyecto educativo propio dentro de un mismo espacio físico evitando así la fragmentación que hoy atraviesa el propio Nivel. Es decir, sería coherente pensar que las trayectorias educativas deberían considerar al bloque entero: 45 días a 5 años inclusive. Sin embargo, la expansión se da por bloques compartimentados donde se prioriza a los jardines de infantes creando salas de 3 años, en cambio, la educación para los niños menores de 2 años sigue siendo terreno casi exclusivo del sector privado o, en todo caso, de otro sector del Estado por fuera del sistema educativo (Desarrollo Social/Desarrollo Humano). Entonces, ¿Por qué seguimos sosteniendo en Nivel Inicial esta fragmentación donde el Jardín Maternal está separado del Jardín de Infantes cuando debería pensarse como una unidad pedagógica con un proyecto educativo compartido? A nadie se le ocurriría pensar una escuela primaria de primer ciclo y que luego, esos estudiantes continúen los demás años en otra institución. La fragmentación es tan absurda que solo en Nivel Inicial, los alumnos egresan dos veces: una cuando finalizan el Maternal y otra cuando terminan el Jardín de Infantes. En síntesis, deberíamos anhelar, desde una nueva legislación, un marco más estable de figuras y ámbitos de inserción que contemplen propuestas de educación integral. Pero sobretodo el Interés superior de los Niños y las Niñas.
Ese posible marco legal, nos permitiría avanzar hacia la autonomía del segundo ciclo del NI (Jardín de Infantes) de la escuela primaria creando cargos de conducción independiente de la educación primaria para garantizar la función propia y propedéutica del primer eslabón del sistema educativo (LEN). La normativa vigente (Reglamento General de Escuelas) dice que para que un jardín anexo pueda lograr su autonomía debe poseer seis u ocho salas para convertirse en Escuela de Nivel Inicial (ENI). El decreto 3414-ME2015 donde se crean las unidades ENI en algunos exjardines de Infantes dan cuenta que la iniciativa surge de lo anteriormente mencionado dejando de lado la unidad pedagógica (LEN) del mismo otorgándole autonomía de hecho. De lo contrario no existirían salas de Jardines de Infantes anexos a la conducción de la escuela primaria bajo una “regencia Inicial y Primaria” donde, además, las maestras jardineras quedamos excluidas en el concurso. Dicho esto, creo que a nadie se le ocurriría pensar una Escuela Primaria o Secundaria sin equipo
de conducción propio. Solo en el Nivel Inicial ocurren estas cosas, ¿será porque se sigue sosteniendo desde las políticas públicas esa mirada dicotómica que le dio inicio?
Pensar la educación inicial con los cargos de las áreas especiales (educación física, plástica/arte, música) desde los principios y objetivos propios del Nivel. Hoy solo las Escuelas de Nivel Inicial (ENI) cuentan con estos cargos, los demás Jardines de Infantes dependen de la voluntad de los directivos de primaria en la distribución de esas horas para salas de Jardín. Esto solo sucede algunas escuelas agigantando aún más la brecha de desigualdad curricular. En casi todos los Jardines estas horas, a duras penas, son dictadas por algunas Seños poniendo mucha voluntad, cuando en realidad, no poseemos la formación específica. Para explicar mejor mi idea le daré un ejemplo, un médico pediatra difícilmente podría atender un parto, más allá de su formación general. Salvo en urgencias podría ser pensado. En el 2019 se toma la decisión de nombrar cargos de áreas especiales por escuela y no para “primaria”, de esta forma el Directivo puede distribuir las horas para Inicial si tiene la voluntad. Esto se hizo por un pedido que hice a las autoridades de Nivel inicial del ME, dado que algunos profesores se negaban a estar en Inicial aduciendo que eran nombrados para primaria. El Nivel Inicial tiene contenidos específicos a desarrollar desde estas áreas, los DJ son testigo de lo que afirmo. Hoy esos contenidos, en la mayoría de las salas de Jardines de Infantes, no se están dando por la especificidad propia de cada área. Nuevamente cabe preguntar, ¿será que seguimos mirando a la educación inicial desde el debate que le dio inicio, entonces, solo algunos niños recibirán lo que se merecen y otros no, entonces, que la Seño cubra esa ausencia sin importar la especificidad de cada área? ¿la Justicia Curricular cómo la resolvemos si seguimos pensando la educación inicial desde la fragmentación?
Pensar la Educación Inicial desde el cuidado como un acto pedagógico en sí. Es decir, pensar la figura de la auxiliar docente por sala y no como sucede actualmente según resolución 126ME2023 anexo punto 3 “a fin de fortalecer acuerdos, en caso que haya auxiliar docentes de Nivel Inicial compartida entre salas (los cargos a crear sean según la necesidad de cada institución, disponiendo una Axiliar de NiveI Inicial (AdNI) cada dos salas, y en caso de requerirlo, se irán cubriendo de manera progresiva según matricula o necesidad de la institución), el equipo directivo deberá acordar institucionalmente su desempeño en cada sala según criterios de organización (por actividades, por dia, por semana)…”. Me detengo en la frase “crear según necesidad de cada institución”. Pareciera que para quienes pensaron esta resolución, todavía vigente, garantizar el cuidado de niños menores de 5 años no es una necesidad que debe atenderse con prioridad sino que está sujeta a las necesidades que la institución considere. Sin embargo, cuando describe las acciones conjunta de ambas maestras, maestra y auxiliar docente, se le reconoce a esta última su tarea importantísima como pareja pedagógica. Entonces, ¿deberemos, desde las instituciones, victimizar a los niños para demostrar la necesidad de una pareja pedagógico en cada sala?. ¿Y el interés superior del Niño y de la Niña donde lo dejamos?. En las Universidades cada espacio o materia posee un docente titular y un auxiliar de cátedra, como mínimo, sin importar la matricula o si asisten alumnos con alguna discapacidad o condición de aprendizaje. Resulta, que mientras más independiente es el estudiante, mas tutores pedagógico se piensa para garantizar un mejor acompañamiento en su proceso de aprendizaje. En cambio, en el Nivel Inicial, hasta tenemos que victimizar a las Infancias para que alguna autoridad se conmueva para crear el cargo de auxiliar, cuando todos sabemos que se trata de la educación y contención de menores de 5 años. Pensamos el sistema educativo al revés. Necesitamos un par pedagógico en las salas de Jardín de Infantes y también en Primaria. Más aun, en estos tiempos donde las realidades de nuestros alumnos son muy complejas, en una profunda crisis económica, donde el 54% de los hogares que provienen nuestros alumnos estan en la pobreza o indigencia, donde ellos necesitan mayor contención, cuidado y enseñanza.
Por ultimo, las luchas que nos faltan no alcanza con la declamacion de una u otra jardinera, implica, principalmente, construir un movimiento pedagógico político, desde abajo donde todas podamos ponerle voz a las demandas por los derechos de nuestras Infancias, hacerlo social. Colectivamente es donde la esperanza se mantiene para materializar los sueños del conjunto.
Nos vemos a la vuelta de la manzana. Les dejo un abrazo de Oso Peloso.
* Docente de nivel inicial en Villa Mercedes.
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