Por Adolfo Castro Luna *
Posiblemente pocos hechos políticos de los últimos 40 años de nuestra democracia tengan tanta relevancia como lo ocurrido el 9 de Julio último en la casa de Tucumán. Desde hace décadas venimos escuchando presidente tras presidente plantear la necesidad de realizar una amplia convocatoria para un acuerdo amplio que permita marcar el rumbo de las políticas de estado básicas de nuestra nación para el futuro; lo cierto es que hasta la fecha pocos mandatarios tuvieron la apertura política para convocar a todo el arco ideológico y cerrar filas en diferentes materias cruciales como lo jurídico, lo fiscal, el gasto público, la utilización de los recursos naturales, la educación, la salud, seguridad, reforma laboral y previsional.
No es menor lo conseguido por el presidente Javier Milei, donde con el apoyo de 19 gobernadores y la presencia de dos ex presidentes consiguió lo que muchos mandatarios dejaron a mitad de camino, aun con mayores niveles de representación en las cámaras y distritos subnacionales.
La presencia del Gobernador Claudio Poggi a la convocatoria, es un símbolo de su propia impronta de gobierno, y los grandes paralelismos entre las herencias recibidas por ambos mandatarios en sus respectivos niveles: ambos se encontraron con una administración fragmentada y con serios desafíos estructurales.
En San Luis, Poggi ha sabido capitalizar su experiencia previa en la gestión pública para implementar políticas que buscan la modernización del Estado y la eficiencia en la utilización de los recursos. Su participación en el Pacto de Mayo no es solo una muestra de apoyo a las iniciativas nacionales, sino también un reflejo de su compromiso con el federalismo y la integración de las provincias en un proyecto de país.
Un claro ejemplo de ello es el camino que desde la Legislatura y el mismo Ejecutivo provincial se ha transitado en busca de una gobernabilidad fructífera y recíproca, que le permita al gobierno avanzar con las grandes reformas que necesita, y a su vez ponga en relieve a los intendentes de cada localidad que son el primer punto de contacto entre los vecinos y el estado. Así recién a poco más de 7 meses de asumir consiguió la sanción de importantes leyes y firmar acuerdos de obras con todos los municipios provinciales.
La firma del Pacto de Mayo representa un punto de inflexión en la política argentina. Por primera vez en décadas, se vislumbra la posibilidad real de un consenso amplio que trascienda las diferencias partidarias y se centre en el bienestar común. La inclusión de San Luis en este acuerdo es fundamental, no solo por su histórica posición como modelo de gestión, sino también porque aporta una visión pragmática y realista de las necesidades provinciales y cómo estas pueden ser atendidas en el marco de una estrategia nacional y federal coherente.
El desafío ahora es convertir las buenas intenciones en acciones concretas. La implementación de las políticas acordadas requerirá de una coordinación eficiente entre los diferentes niveles de gobierno y un compromiso genuino de todos los actores involucrados. En este sentido, la experiencia y el liderazgo de figuras como Poggi serán cruciales para garantizar que los objetivos del Pacto de Mayo se traduzcan en mejoras tangibles para la población.
Estoy convencido de que este gran hecho no quedará en una simple foto o declaración de intenciones. La sociedad argentina demanda resultados y es escéptica ante promesas vacías. La clave del éxito radicará en la transparencia, la rendición de cuentas y la capacidad de adaptarse a los desafíos que, sin duda, surgirán en el camino.
El Pacto de Mayo debe ser visto como un punto de partida y no como una meta en sí misma.
* Senador Departamento Pedernera.
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