22 noviembre, 2024

RODRÍGUEZ SAÁ TIENE SU CACHALOTE

Una metáfora literaria sobre el rencor para entender el presente y el futuro inmediato de la vida política de San Luis.

Alguien que conoce al ex gobernador Alberto Rodríguez Saá, padre de la derrota, padre del rencor, utiliza una buena metáfora para señalar cómo transita los días de su vida, encerrado en su diario y luego de perder las elecciones y tener que dejar el Gobierno de San Luis.

“Se parece al Capitán Ahab” -me dice; aquel mítico capitán del barco ballenero Pequod protagonista de la célebre novela de Herman Melville “Moby Dick”. Cómo olvidarnos de esa maravillosa historia.

El Capitán Ahab, un viejo pescador al que de joven una ballena le comió una pierna busca su revancha contra el animal que lo humilló, y ya viejo, enceguecido por el rencor y el odio pasa los últimos días de su vida persiguiéndola, hasta que la encuentra, la caza y muere yéndose al fondo del mar junto a esa ballena.

En el medio digamos que sus propios marineros estaban tan fascinados por la ballena, como temerosos del odio del Capitán.

No parece haber, a partir de la lectura de un libro, una descripción metafórica más precisa para este momento político que atraviesa la provincia de San Luis.

El viejo pescador Alberto Rodríguez Saá, padre de la derrota, padre del rencor, ha encontrado en Claudio Poggi a su cachalote, y contra él irá aunque deje en esa cacería los últimos días de su vida.

Sus legisladores son como los marineros de aquel libro: transitan entre la fascinación política que les despierta Claudio Poggi tras su victoria electoral y el temor que les infunde su viejo jefe político.

Al capitán Ahab de la política vernácula ya no lo inspira ningún proyecto colectivo, si es que alguna vez le interesó alguno; ahora sólo parece movido por el rencor personal.

Algo de eso parece haber visto también en su comportamiento la doctora Mirtha Esley, que fuera víctima de sus ataques políticos y que esta semana en una carta pública cuya autoría se le adjudica, le deseó que “transite su vejez con calma y en paz”.

Lo que pasó esta semana en la Legislatura puede ser leído en dos claves.

La primera, como una manifestación de ese rencor personal con que Rodríguez Saá impregna a sus legisladores al punto que les adjudica en su diario supuestas declaraciones sin consignar quién es el que habla. El que habla es él, claramente, y no esos legisladores. Ese es el nivel de humillación al que los somete.

La segunda clave de lectura es la desconexión que hubo entre la sociedad y sus gobernantes, líderes y dirigentes, y que se leyó muy bien en los trabajos de campo que llevaron adelante los consultores políticos que trabajaron en las campañas electorales. Merced a esos estudios, el propio Rodríguez Saá sabía a fines de 2022 que la elección de junio de 2023 era irremontable.

La lectura del escenario social de aquel tiempo mostraba un enorme malestar de la gente que se cobró en las urnas con los resultados que conocemos a nivel nacional y provincial. Si antes de las elecciones se hablaba de una voluntad de cambio latente, tras los resultados electorales se habló de un fuerte mensaje de cambio expresado por la sociedad en las urnas.

Sin embargo, hay que decir que ese mensaje de cambio no ha sido asimilado por toda la dirigencia, por caso quienes son legisladores del espacio que perdió las elecciones en San Luis, los senadores y diputados de Unión por San Luis a los que el propio Gobernador Poggi refirió como una oposición coyuntural.

La decisión de no dar quórum para evitar tener que autorizar al Ejecutivo provincial a tomar un adelanto para pagar los sueldos de enero en un solo pago fue una manera de responder al mandato de Alberto Rodríguez Saá, aunque sin la contundencia que él hubiera deseado.

Claro, ninguno de ellos tiene que hacer los malabares de los estatales para llegar a fin de mes, aunque tal vez tengan que empezar a hacerlos para explicarles a sus vecinos porqué esa decisión de no acompañar con su voto un anticipo económico que permita pagarle a los estatales el sueldo de enero en un solo pago.

Esa línea de acción es el único curso de navegación que llevará adelante Rodríguez Saá en los cuatro años de este mandato de Claudio Poggi. Su decisión es perseguirlo, implacable, para tratar de hundirlo sin importar la suerte de su tripulación, ni en este caso y ya no metafóricamente, sin importar tampoco el daño que le provoque a la sociedad.

Será interesante ver qué deciden sus marineros, si saltan a sus barcas como los más cautos en el libro, o si deciden hundirse con él y sus rencores.

* Periodista. (Publicado en Depolitica.com)

 

 

 

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