Apuntes de San Luis –esta página- tenía fieles seguidores. Muchos o pocos. Depende con qué parámetro se mida. Como se observan y analizan los hechos de la realidad. Seguidores que cada mañana abrían la página porque sabían que encontrarían algún artículo que marcaría agenda y pulso del día entre las ciudades de Villa Mercedes y San Luis, principales usinas generadoras de información en la provincia. Pero esos brazos se extendían hacia las fronteras de cada pueblito y paraje. Es una certeza por los registros estadísticos internos que se disponen.
De repente, el seis de abril pasado, hace exactamente dos meses y un día, se cortó el lazo con los lectores. Su protagonista, Eduardo Marcelo Gargiulo, abandonaba de manera súbita este plano de la Vida. Partió. Sin aviso. Y nos dejó tristes, apesadumbrados, impotentes. Con búsqueda de explicaciones que el común de los mortales no encontramos. Porque no las tiene. Es enfrentarse con la parte más dura de la Vida: la muerte.
Un día antes había publicado un artículo de opinión sobre un tema referido a la implementación del PANE en San Luis. En su ilustración aparece una bomba de tiempo con el reloj detenido a la hora una, o trece, como se la quiera interpretar. ¿Presagio? ¿anuncio? Casi la misma hora que, al día siguiente, 6 de abril, nos dejara.
El tiempo de las lágrimas más torrentosas, rechinar de dientes y preguntas sobre preguntas se ha ido atenuando. No se han terminado. Van tomando un nuevo proceso y significado. Mutan. No se cierran para hacer entropía. Abren…
Y en esa apertura, tomando las palabras que al propio Eduardo le escuchábamos decir, “no podemos seguir en la queja o el llanto por 40 años más”, en alusión directa al espléndido monólogo que allá por los años 80 protagonizó José Sacristán en “Solos en la madrugada”.
De allí que elegimos este 7 de junio 2025, día del Periodista, como homenaje a su persona, a su pluma, a su trayectoria, para recordarlo como uno de los grandes que ha tenido en esta profesión la provincia de San Luis (para nosotros, el mejor).
Pero, además:
- Para despedirnos de todas y todos los lectores de la página.
- Para agradecer a cada una, a cada uno que acompañó, aportó desde las ideas, los datos tan necesarios para el armado de las notas, las empresas y los aportantes económicos para que el proyecto no naufrague… En fin, para sostener este propósito periodístico que tuvo como protagonista principal a Eduardo, pero que sin la compañía de muchísimas personas hubiese sido imposible. Para agradecer a todas las personas que nos acompañaron luego que Eduardo partiera, quienes ayudaron y estuvieron presentes haciendo un poco menos difícil el pesar. Puede ser una frase común, pero literalmente cierta. Por eso, va nuestro inmenso agradecimiento.
- Para que la figura y la trayectoria de Eduardo como periodista sirva de guía para quienes se inserten en la carrera de comunicadores. Su independencia y equilibrio –que podemos deducir en sus artículos de análisis y opinión- fueron siempre motivo de diálogo y observación desde el “afuera” del periodismo.
- Para que los alumnos, a quienes ha contribuido a formar durante muchos años en la escuela secundaria, puedan acudir a la cajita de herramientas con que los ha forjado para la articulación de un escrito, una reflexión, una pieza comunicativa, cargada de información y humanismo por sobre todo.
- Para decir, como quedó expresado en el último número del “Boletín Informativo” que editó junto a otros compañeros en el año 1995, “Se terminó la quijotada”. Porque cada emprendimiento dentro del ámbito denominado “independiente”, es decir, que no tiene sustento económico ni político fuerte, implica una quijotada que obliga a defender y desafiar a cada momento. Esta vez, la quijotada terminó por obligación y no por decisión.
- Para que quede demostrado que se puede desempeñar en la actividad política y reintegrarse en el trabajo que lo antecedió, sin problema para la reinserción y sin ostentación económica alguna. Algo no común por estos tiempos.
- Para, como último punto del escrito, declarar el final de un período, de un camino abierto y transitado por Eduardo. Quizá la página pueda tener continuidad. Pero, seguro, será diferente de la impronta que marcó el autor. Una identidad que quizá mute de plumas, pero no de la ideología y la fortaleza que mantuvo hasta el 6 de abril.
De allí que declaramos un final… que abre…
Firmamos este escrito Marcela, Carla, Franco, Renzo y Tobías… más algunos/as de su círculo íntimo.
¡¡¡Gracias a todos!!!
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