La cumbre de líderes del Mercosur, que se celebrará la primera semana de diciembre en Montevideo, será el escenario para que Javier Milei asuma la presidencia pro tempore del bloque regional. Este evento tiene un peso simbólico y político considerable, dado que marca la primera participación del presidente argentino en este tipo de reuniones, tras la controversia por su ausencia en la cumbre de Asunción en julio de este 2024. En ese entonces, la Argentina fue representada por la ex canciller Diana Mondino, mientras que la falta de Milei fue notoriamente destacada, generando tensiones con el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou.
Ahora, con la cumbre en puerta, el viaje de Milei se perfila como una oportunidad para que el mandatario argentino afronte de lleno las dificultades que el Mercosur enfrenta en su gestión actual. En este contexto, uno de los temas que promete centrar la atención es la viabilidad de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que podría tener implicaciones profundas para la relación entre los países miembros del bloque y Europa.
La región está en búsqueda de un nuevo equilibrio político, con el ascenso de Yamandú Orsi, presidente electo de Uruguay, marcando el retorno de la centroizquierda al poder en su país. Un panorama algo incómodo para Milei, referente de la nueva derecha mundial, entre figuras como el brasileño Lula Da Silva y el paraguayo Santiago Peña. En este marco y con el antecedente del G20 en Brasil, donde se vio un Milei más pragmático que de costumbre (firmó el pacto global contra el hambre y participó de una reunión bilateral con Xi Jinping), la cumbre del Mercosur en Montevideo despierta nuevas expectativas sobre el comportamiento del presidente argentino. Se espera que critique el funcionamiento actual del bloque y exponga su perspectiva geopolítica, 100% alineada a Estados Unidos e Israel.
A pesar de la ideología liberal del Presidente, no está claro que Milei apoye abiertamente el acuerdo con la Unión Europea. Durante la visita a Buenos Aires de Emmanuel Macron, Milei y el mandatario francés intercambiaron visiones sobre este posible tratado de libre comercio. Francia, de hecho, ha sido uno de los críticos más férreos del acuerdo, especialmente por la presión de sus agricultores, quienes temen que el pacto les suponga desventajas competitivas frente a los productos sudamericanos.
Países como España, Alemania e Italia han apoyado la firma del tratado, aunque dentro de Italia también surgen resistencias. La primera ministra, Giorgia Meloni, por ejemplo, sostuvo conversaciones con Milei, pero en su país algunos sectores, como el ministro de Agricultura Francesco Lollobrigida, han mostrado preocupación por las implicancias del pacto para los productores locales.
El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea ha sido un proyecto que se ha extendido a lo largo de tres décadas, con múltiples intentos fallidos de concretarse. Desde su inicio en 1995, con la firma de un acuerdo marco de cooperación interregional, las negociaciones han atravesado períodos de estancamiento y reactivación. El tratado fue tomado con más seriedad en 2004, pero las diferencias entre los miembros del bloque y la falta de consenso con Europa impidieron su firma. El proceso se enfrió hasta que en 2019, un acuerdo preliminar despertó nuevas esperanzas, aunque los desafíos, como las preocupaciones sobre la deforestación en el Amazonas y el Pacto Verde Europeo, reavivaron las dudas.
La invasión de Rusia a Ucrania en 2022, que generó crisis en la seguridad alimentaria y energética de Europa, fue un factor que impulsó el interés renovado por acelerar las negociaciones. Sin embargo, los desacuerdos entre los países europeos y sudamericanos continúan, especialmente por las implicancias políticas y comerciales del tratado.
Además de su postura frente al Mercosur, Milei también se enfrenta a la necesidad de definir su alineamiento geopolítico. Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el presidente argentino ha mostrado una inclinación a fortalecer su relación con Estados Unidos e Israel, lo que podría llevarlo a tomar decisiones difíciles respecto a su pertenencia al bloque regional. De hecho, las negociaciones con Washington para establecer un Tratado de Libre Comercio podrían chocar con las normas del Mercosur, que exige consultas previas para acuerdos bilaterales. Sin embargo, algunos sostienen que el giro pragmático de Milei hacia la región también pudo deberse a una política norteamericana: el intento de que Milei sea una suerte de “cabeza de playa” de los intereses estadounidenses en la región.
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