5 febrero, 2025

ENCUENTROS PARALELOS: SE VIO, LO QUE SE PRESENTÍA

Por si hacía falta, Maximiliano Frontera ratificó ayer lo que ya se sabía: sin dudas es el dirigente de mayor peso político y adhesión del Departamento Pedernera. Tanto dentro del justicialismo como fuera de él.

El Salón de UTA reventó de militantes, vecinos y dirigentes que no quisieron perderse la oportunidad de expresar su apoyo, por eso quedaron tantos afuera como los que pudieron entrar.

En sus palabras reiteró un llamamiento a la unidad, contraponiendo que en la sede del PJ estaban los que perdieron la elección, lo cual era absolutamente cierto. Habían llegado de distintos lugares de la provincia, pero el inmueble les quedó grande.

El intendente les dijo a los suyos que disponían de un “espacio provisorio” para encontrarse, el Movimiento de Unidad Provincial (MUP), pero que la idea era volver a la casa de Avenida Mitre, que es la casa del peronismo. “No nos movimos de los principios peronistas”, afirmó, en respuesta a los que lo tratan de “traidor” por no seguir los lineamientos del ex gobernador..

Luego reafirmó lo que viene repitiendo en los últimos años: lo más importante es defender Villa Mercedes. Y que ya dejó de ser el che pibe como alguna vez lo ningunearon.

Frontera fustigó a la conducción que le hizo trampa para no dejarlo participar de la renovación de autoridades y agradeció emocionado el acompañamiento de jóvenes, mujeres, militantes, vecinos y dirigentes que no dejaban de aplaudir y vivarlo, alentándolo en su camino.

Cerca de él llamaron la atención un lote de personalidades que hasta no hace mucho acompañaban al “tio Alberto”: Surroca, Frade, el vicegobernador Eduardo Mones Ruiz, Trombetta, Mario Leal, por nombrar solo algunos.

EN EL OTRO RINCÓN…

Sentado en una banqueta, como le gusta a él, serio, como lo que transmitieron casi todas las caras del escaso público que se llegó a la sede de Avenida Mitre, Alberto Rodríguez Saá presentó a las nuevas autoridades partidarias.

No hubo fervor ni entusiasmo, sino preocupación por la flaca convocatoria. “Pensar que antes si llegabas tarde tenías que irte a tres cuadras para encontrar estacionamiento”, dijo con cierta nostalgia un viejo dirigente. Esta vez lo pudo hacer en la misma cuadra.

El discurso del ex mandatario fue harto previsible. Le pegó a Milei, a Poggi, al “gordito pillo”, como calificó a Frontera, a todos los que ya no están, que son muchos. Al actual mandatario lo cuestionó por la falta de transparencia, afirmando que estamos en presencia de una “cleptocracia” (gobierno de ladrones). Extraño calificativo para quien gobernó durante 40 años y encabezó la anterior gestión, récord de funcionarios denunciados por corrupción, algunos procesados y otros en tren de estarlo…

Si alguien esperaba un mínimo de autocrítica, se equivocó. En la intimidad Alberto Rodríguez Saá repite como una letanía “yo no perdí”, sólo porque no fue candidato. Como si la responsabilidad de ceder el gobierno a la oposición fuera culpa de los dirigentes que sí lo fueron, o de la gente que se equivocó al votar…

“Vamos a ganar en 2025 y en 2027 vamos a volver al gobierno”, afirmó tratando de transmitir cierta esperanza. De todos modos, para no seguir perdiendo jugadores, les mostró la zanahoria, al afirmar que él sigue teniendo la lapicera, y que los candidatos saldrán de los que están cerca de él, no de los traidores.

Estuvo rodeado de los más leales: el nuevo presidente del Consejo Departamental, Alfredo Domínguez, quien no oculta sus deseos de ser el próximo candidato a intendente de Villa Mercedes; la diputada nacional Natalia Zabala Chacur, Anabela Lucero, Sonia Pansa, Nadia Torres, Juveín Quiroga, entre otros.

El chisporroteo ya pasó. Ahora cada uno sabe con quién juega y no hay más tiempo que andar perdiendo. En 6 o 7 meses son las elecciones en la provincia y hay que ponerse a armar las listas. El veredicto de las urnas dirá quién está más o menos equivocado hoy. Si es por lo que se vio, a uno le sobró compañía y entusiasmo, el otro se despidió denunciando persecución y prometiendo caza de brujas, menos acompañado que nunca.

 

 

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