1 julio, 2024

LA VENTA DEL PALACIO LAGOMARSINO: UNA NECESIDAD IMPERIOSA

Por Adolfo Castro Luna *

En los últimos meses, la propuesta de autorizar la venta del Palacio Lagomarsino donde funciona la “Casa de San Luis” en Buenos Aires, ha generado un intenso debate. Decisión que considero no solo acertada sino también necesaria, especialmente en el contexto actual de nuestra provincia.

El gobernador, en su gestión anterior, ya había manifestado su intención de desprenderse de este palacete porteño, por ser un bien innecesario para los sanluiseños. En un acto de coherencia política y administrativa. Retoma ahora esa iniciativa, y lo hace con motivos aún más claros y urgentes.

Un detalle importante: no se trata de una decisión unilateral o “caprichosa” del gobernador. Propuso su proyecto, lo envió a las cámaras legislativas, se debatió y se aprobó por mayoría, como debe ser en democracia. El mismo gobernador al que votó la inmensa mayoría de los sanluiseños, pidió el aval legislativo, no buscó ningún atajo para escapar al riesgo de un rechazo, aun sabiendo que sus legisladores propios son minoría y necesitaba construir consensos con los bloques aliados.

Al inicio de su administración, el gobernador Poggi se encontró con un Policlínico Regional en condiciones alarmantes: solo 4 de las 12 camas de terapia funcionando, la mitad de las camas de internación operativas y apenas 2 de los 6 quirófanos disponibles. Este hospital, que atiende al 50% de la población de la provincia, incluyendo pacientes de los departamentos Dupuy, Chacabuco y Pringles, estaba al borde del colapso.

En contraste, se habían gastado 2.000 millones de pesos en un estadio deportivo, un gasto desmesurado y mal dirigido. Es evidente que la prioridad debe ser restaurar la infraestructura de salud para atender adecuadamente a nuestros ciudadanos.

Los fondos obtenidos por la venta de la Casa de San Luis se destinarán a la reparación del Policlínico Regional Juan Domingo Perón. No se trata solo de una necesidad urgente, sino de una inversión que tendrá un impacto directo y positivo en la calidad de vida de miles de sanluiseños.

Algunos argumentan que vender la Casa de San Luis afectaría nuestra identidad. Esta idea de “puntanidad” ha sido un relato político del anterior gobierno, utilizado para construir su legitimidad histórica. Este discurso ha distorsionado la historia, magnificando ciertos periodos favorables y manteniendo otros en la sombra. Comparar la Casa de San Luis con la Casa de Tucumán es no solo ridículo sino también ofensivo para aquellos que dieron su vida por nuestra independencia. La verdadera identidad de San Luis se encuentra en sus ciudadanos y en su historia compartida, no en un edificio ostentoso en Buenos Aires.

El mantenimiento anual de la Casa de San Luis es extremadamente alto, en el último presupuesto elaborado por la saliente administración se le destinaban más de 160 millones de pesos para su funcionamiento. En lugar de gastar recursos en un palacete del siglo pasado, es más lógico adquirir una ubicación más económica y estratégica en Buenos Aires, que siga proporcionando los servicios necesarios a nuestros ciudadanos. Esta reubicación permitiría también un acceso más fácil y eficiente.

Posiblemente su adquisición, en tiempos cuando no existían celulares ni correo electrónico, ni reuniones por zoom sea de alguna manera justificable, pero en estos tiempos se hace difícil su sostenimiento.

Otros sugieren que mantener la casa preserva un “bien espiritual” y nuestra “puntanidad”. Esta construcción discursiva, inspirada en el culto a la personalidad, es superficial y no resiste el menor análisis. La verdadera historia de San Luis y sus edificios significativos están lejos de esa casa en Buenos Aires, además de ser un velo que a gusto de su creador, se utiliza para destacar o tapar la historia y la cultura. Tal es así se han invisibilizado grandes hombres y mujeres como por ejemplo a Elías Adre o a la misma Pancha Hernández.

Por otro lado, cabe destacar que si hay un departamento que ha perdido a causa de la “puntanidad” es el departamento Pedernera, que aporta más del 60% del producto geográfico provincial y solo recibe entre el 20 y el 25%.

La venta de la Casa de San Luis es una decisión pragmática y a la altura de los tiempos. Prioriza las verdaderas necesidades de nuestra provincia, como la mejora de la infraestructura de salud, sobre el mantenimiento de un lujo innecesario. Es hora de dejar atrás los relatos ficticios y enfocarnos en acciones que realmente beneficien a los sanluiseños.

La opción es simple: ¿seguimos priorizando un edificio de lujo, costosísimo de mantener, o arreglamos uno de los principales hospitales de la provincia? Se impone sentido común y sensibilidad, combo de atributos de los que algunos carecen.

Si no se toma esta decisión, será justo empezar a llamarla “La Casta de San Luis“, un símbolo de los privilegios injustificados a costa del bienestar de nuestra gente.

 

* Senador Provincial por el Departamento Pedernera.

 

 

 

 

 

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