19 abril, 2025

COMIENZAN LAS CLASES EN LAS UNIVERSIDADES CON UN PARO POR 48 HORAS

El paro de este lunes 17 y martes 18 de marzo se perfila como el primer episodio de la segunda temporada del conflicto universitario, cuya trama quedó sin resolver en 2024.

El deterioro de los salarios de docentes e investigadores, la reducción de las becas para estudiantes, la parálisis de las obras de infraestructura, el desfinanciamiento del sistema científico y tecnológico y la desactualización de los gastos de funcionamiento componen una agenda de reclamos que motivó el año pasado dos marchas federales masivas.

De estos cinco puntos, solo el último se había saldado tras la primera marcha del 23 de abril, cuando el Gobierno nacional otorgó una actualización del 270%, primero a la UBA y luego al resto de las universidades nacionales. Sin embargo, varios rectores denuncian que esa partida –que representa hasta un 10% del presupuesto universitario– volvió a quedar desactualizada en 2025, mientras las becas siguen congeladas desde agosto, las obras permanecen detenidas y los salarios de docentes y no docentes profundizaron su caída en enero y febrero.

A diferencia del año pasado, cuando el reclamo más urgente tenía que ver con la amenaza a la continuidad en el funcionamiento normal de las universidades, en este primer cuatrimestre de 2025 el principal foco está puesto en los salarios, que perdieron alrededor de un 30% de poder de compra desde que asumió el actual gobierno.

Desde el Frente Sindical de Universidades Nacionales denuncian que los aumentos ofrecidos en enero (1,5%) y febrero (1,2%) quedaron por debajo de la inflación de esos meses (2,2% y 2,4%, respectivamente). Es decir que, en lo que va del año, la caída de los ingresos de los profesores se acentuó. Los sindicatos también piden que se los convoque a paritarias, dado que el Gobierno viene definiendo los aumentos de manera unilateral.

La pérdida salarial está provocando una progresiva migración de docentes e investigadores a universidades privadas o del exterior, advirtió Guillermo Durán, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

“Entre profesores, investigadores y personal de apoyo técnico, durante el año pasado se fueron unas 150 personas, que representan entre 6% y 7% del personal de la facultad. Hay universidades privadas que hoy les ofrecen el triple de lo que están ganando en la UBA por una dedicación full time. Otros se van afuera, a países vecinos, Europa o Estados Unidos”, explicó Durán, y comparó la situación con una “asfixia paulatina”.

Junto con la cuestión salarial, otra preocupación crítica apunta al desfinanciamiento de la investigación, que en Argentina depende centralmente de las universidades. “Los subsidios de la Agencia de Promoción de la Investigación no se entregaron, las becas doctorales se recortaron. En estas condiciones, sostener la investigación se vuelve prácticamente imposible”, describió Durán.

“El sistema de investigación, ciencia y tecnología que, en su inmensa mayoría, reside en las universidades nacionales, es víctima de una drástica reducción de recursos que parece tener por objetivo abortar el desarrollo científico y tecnológico autónomo de nuestra Nación. Obras de ampliación, mejora y mantenimiento de la infraestructura universitaria están totalmente paralizadas, dejándolas libradas a las posibilidades económicas de cada institución”, denunció el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) esta semana en un comunicado.

 

 

 

 

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