“La comida no puede ser una variable de ajuste”, advirtió la Iglesia al Gobierno a días del encuentro entre Milei y el Papa. Por su lado la CGT indicó que “el riesgo de una crisis alimentaria está a la vuelta de la esquina”.
La Iglesia Católica tomó postura en plena tensión entre el Estado y las organizaciones sociales y planteó que “la comida no puede ser una variable de ajuste”. A través de un duro comunicado, la Conferencia Episcopal elevó su petición al Gobierno para que operativice el envío “sin dilación” a de alimentos para asistir a los comedores.
“Ante este escenario de trabajo sacrificado y de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una variable de ajuste. Es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria”, expresaron a través de la publicación del documento.
El pedido va direccionado al Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, que optó por dejar de enviar alimentos secos para hacer transferencias de dinero mientras avanza con la auditoría de comedores. Distintas organizaciones sociales denunciaron que durante el mes de enero, las partidas del Gobierno destinadas al auxilio de la asistencia alimentaria fueron de $0.
“El Estado nacional, provincial y municipal, tienen que aprovecharla para que nadie se quede sin el pan de cada día. Todos los espacios de cuidado que dan de comer, todos los comedores comunitarios, de parroquias, Iglesias evangélicas, y de movimientos populares deben recibir ayuda sin dilación”, enfatizaron los presididos por Monseñor Oscar Ojea.
A pesar de las advertencias, los obispos admiten la necesidad de hacer auditorías, pero precisan que deben hacerse “con la comida en los comedores, no sólo de la Iglesia, sino de todas las organizaciones que hace años brindan ayuda esencial”.
“Es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria y para eso se debe facilitar a las personas, las comunidades y al pueblo, aquello que se necesite para ayudar a los más frágiles, especialmente a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores”, argumentaron.
En el duro comunicado remarcaron que “como obispos, en el trato pastoral con la gente sencilla, hemos aprendido que ‘un plato de comida no se le niega a nadie’”, por lo que precisaron que “en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan”.
“La inflación desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos. Lo siente claramente la clase media trabajadora, los jubilados y aquellos que no ven crecer sus salarios. También todo el universo de la economía popular, donde prácticamente se trabaja sin derechos. Pensemos en los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los ladrilleros, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de servicio”, completaron.
Los cuestionamientos se enmarcan en la previa de la visita del Presidente al Papa Francisco que se espera tenga lugar el próximo lunes 12 de febrero en la ciudad de El Vaticano.
CGT
La CGT arremetió contra la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello , y subrayó que “frente a la condición urgente del hambre no puede haber otra prioridad que una respuesta activa y una actitud de compasión elemental”.
A través de un duro comunicado titulado “Chicos: ¿ustedes tienen hambre?”, la central obrera cruzó al Gobierno del presidente Javier Milei, quien se encuentra en medio de una gira internacional.
“Con esta frase arrogante, insensible y discriminatoria, la titular del Ministerio de Capital Humano, Sandra Pettovello, exhibió la actitud política del gobierno nacional ante los reclamos que organizaciones sociales, nucleadas en la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), realizan tras el recorte de ayuda estatal en alimentos para los comedores comunitarios y las ollas populares”, señaló la Confederación General del Trabajo.
Y agregó: “El último eslabón de la dignidad humana se agota cuando no se puede cumplir la más básica necesidad que es la de alimentarse. Frente a la condición urgente del hambre no puede haber otra prioridad que una respuesta activa y una actitud de compasión elemental, anterior a cualquier posicionamiento ideológico”.
En ese sentido, la CGT advirtió que “es precisamente eso lo que hoy sí resulta realmente ´urgente y necesario´”.
“La situación de indigencia y pobreza estructural de millones de personas en extrema vulnerabilidad en nuestro país no puede esperar. Especialmente en lo que se refiere a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Constituyen un abanico doloroso de nuestro cuerpo social, castigado desde hace mucho tiempo por el flagelo de la inflación, con sus secuelas de miseria y deterioro, que gestiones gubernamentales desafortunadas o ineficientes no pudieron o no supieron encauzar para bienestar de la enorme mayoría de la población”, alertó.
Para la organización gremial, “esta ´fila del hambre´ muestra el rostro más cruel de los desafíos como dirigentes y también como habitantes naturales de una nación”.
“´Un plato de comida no se le niega a nadie´ es una vieja frase que representa nuestra más saludable tradición argentina. La Conferencia Episcopal Argentina va más allá y expresa que ´el pedido del pan de cada día es un clamor de justicia´”, manifestó la central obrera, en alusión a las recientes expresiones de la cúpula eclesiástica local.
A falta de pocos días para cumplirse el segundo mes de gestión de Milei al frente de la Casa Rosada, la CGT se quejó de que “las distintas variables económicas de estos últimos días muestran datos alarmantes que se expresan sobre todo en el descontrolado aumento de los alimentos, los medicamentos y los servicios en general, componiendo un panorama inusitadamente crítico de cara a los meses venideros”.
“El riesgo de una crisis alimentaria con imprevisibles consecuencias está a la vuelta de la esquina. Si lo que va a regir es la ´ley de la selva´, lo que sobrevendrá es un horizonte de mayor decadencia y desintegración”, planteó.
Y concluyó: “Es preciso prestar debida atención a estas alarmas y prevalecer en el esfuerzo para curar, cuidar y compartir con los más débiles o desprotegidos, que es lo que nos constituye como comunidad. Por eso es que advertimos: no es con la soberbia de cerrar las puertas a quienes reclaman, ni con la indiferencia de hacer oídos sordos a los que necesitan, como podremos encaminarnos en un marco de cordura y diálogo hacia las soluciones”.
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