26 julio, 2024

POGGI FRENTE A LA SOLEDAD DEL PODER

Por Eduardo Gargiulo

Las últimas semanas no han sido placenteras para el gobernador Claudio Poggi, en términos de su imagen personal y la gestión que encabeza. Una serie de hechos lo mantienen intranquilo y se le nota en el rostro, más tenso que de costumbre.

La falta de recursos que oxigenen la gestión y le permitan realizar anuncios de relevancia le disgusta. El gobierno trata de ganar tiempo instalando algunos debates menores, como para distraer la atención pública, pero le terminan costando caro o creando confusión en la ciudadanía. Algunos lo justifican en “problemas de comunicación”. Otros lo asignan directamente a decisiones del propio gobernador y su entorno más cercano.

Veamos seis ejemplos para graficar de qué hablamos:

1.- ¿Era necesario confrontar con los médicos refregándoles lo que ganan? Convengamos que $1.500.000 para un profesional que estudió entre 10 y 12 años y además salva vidas, no suena a fortuna. Si a eso se suma que el básico es de 500 o 600 mil pesos y lo demás es por guardias o bloqueo de título, en realidad uno termina pensando que en realidad ganan poco. Porque esos otros conceptos son NO remunerativos.

Si la idea es enfrentarlos con la sociedad a partir de los billetes que entran al bolsillo cada mes, suena equivocado. Aplicando la misma vara, ¿entonces deberíamos meter presos a los concejales, diputados, senadores o ministros provinciales por lo que cobran?

2.- ¿No es confuso que profese un alineamiento permanente con el presidente Javier Milei (“Hay que aprobarle los proyectos que necesita para gobernar”, repite) y, en simultáneo, publique todos los meses desde enero que el gobierno nacional le reduce las transferencias por coparticipación?

3.- La sorpresiva licencia de una semana que se tomó a mediados de este mes, ¿no mereció algún tipo de explicación?

Se sabe que el vacío informativo es el principal combustible del rumor. A partir de allí se llegó a decir que necesitaba descansar porque se sentía estresado, que lo hacía para dedicarse a acompañar a su esposa enferma y otro, que era para abocarse a preparar su defensa por una causa de enriquecimiento ilícito que impulsó un conocido operador de prensa albertista.

A pesar de estas versiones, oficialmente nada se dijo, por lo que se habilitó la libre circulación de bolazos de todo tipo.

4.- ¿Fue realmente meditado y estudiado en profundidad el anuncio de eliminación de la feria judicial, sin reconocer que los problemas del servicio de justicia son muchísimo más profundos?

La durísima postura expresada por el Colegio de Abogados y Procuradores de Villa Mercedes, en contra de la citada medida, deberían hacerlo recapacitar.

5.- Plantear la modificación de carrera sanitaria eliminando en algunos casos el bloqueo de título, ¿no debió someterse previamente a un consenso con los principales actores?

La oposición a la medida expresada por la combativa APTS, cuya conducción supo tejer una buena relación años atrás con el entonces candidato a gobernador, hace pensar que en algo se está fallando.

6.- ¿No resultó inoportuno que hiciera anuncios de carácter provincial la misma noche en que concluía la Marcha Federal Universitaria?

Lo que dijo quedó eclipsado, naturalmente, por la expectativa y magnitud de la protesta universitaria. Pero además, los anuncios tampoco tuvieron la envergadura y urgencia que justificaran el momento elegido.

Teniendo en cuenta la excelente vinculación que el gobernador ha logrado construir con las universidades nacionales, firmando importantes convenios. Y el rol que su administración concede a las casas de estudios superiores ¿no ameritaba su presencia encabezando la protesta?.

Se vienen meses durísimos. Lo que queda de Otoño y el Invierno que se avecina, son estaciones que marcarán no sólo el rumbo de la economía y la suerte del gobierno libertario, sino también la orientación del humor social.

Por ahora el gobernador apuesta todas sus fichas a que la moratoria provincial provea de fondos frescos a su administración y que el Congreso apruebe la Ley Bases y el restablecimiento del impuesto a las ganancias, para que engorde la magra coparticipación que recibe del gobierno nacional.

Mientras tanto, insiste en propiciar que el sector privado aumente su productividad para que se convierta en el motor generador de empleo. Buen plan, aunque poco probable, por la vertiginosa caída del consumo y de los principales indicadores económicos. Él lo sabe, como buen contador que es.

Tiempos difíciles si los hay. Diez años atrás, en el mismo cargo, gobernaba una provincia con fondo anticrisis y los padrinos de doble apellido asesorando. Hoy no tiene plata, gobierna sin tutores y un presidente al que le rinde pleitesía pero con el que nunca habla. Tampoco dispone de interlocutores directos (diputados o senadores) que le dispensen ese puente.

Claudio Poggi, por estas horas, y a pesar de todos los funcionarios que lo rodean, debe haber comenzado a experimentar la llamada soledad del poder. Ese estado de conciencia que se adquiere en la cúspide de la potestad. De encontrarse solo, frente a la toma de decisiones y el temor al grave error.

Si ese momento hubiera llegado, y no sea solo elucubración de este analista, ojalá sepa diferenciar entre aduladores y realistas, para equivocarse un poco menos y sentirse mejor acompañado.

Sería una pena dilapidar tantas esperanzas en él depositadas.

 

 

 

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