Por Hugo Haime *
Mientras el oficialismo se muestra eufórico, la oposición no logra recomponerse, aunque intenta presentar batalla desde el Congreso.
Tenemos un gobierno que festeja su 8,8% de inflación, reivindica a Menem, construye su partido político de la mano de Karina Milei y al Presidente dando clases de economía, tratando a sus ex colegas de chantas e ignorantes. Podríamos hacernos muchas preguntas. Empezando por cuánto se parece Milei a Menem, y cómo puede ser que el Gobierno trate de enfermos mentales a tantos economistas de diversas orientaciones que están diciendo casi diariamente que el tipo de cambio está atrasado y que no ven que en las condiciones actuales la economía vaya a recuperarse en V.
Nuestra historia está llena de situaciones en las cuales políticas económicas que parecían exitosas llevaban dentro de sí el germen de la crisis. Economistas que alertaban y gobiernos que negaban.
A Menem se le advirtió sobre la inconveniencia de seguir con la convertibilidad, finalmente la crisis le explotó a De la Rúa. Cuando el consenso es mucho, lo aconsejable es escuchar. Pero volvamos a los parecidos entre Menem y el Presidente. Si en la idea de reforma del Estado hay algún parentesco, política y humanamente no parecen similares. Menem decía: “No es liberalismo lo que estoy pregonando, es capitalismo social, dentro de lo que es el justicialismo”. Menem no podría haber tenido éxitos económicos y electorales sin el apoyo del peronismo y su base social y haberlo conducido sin su capacidad para unir y persuadir.
Tampoco habría soportado la hiperinflación hasta que encontró la convertibilidad si no hubiera tenido una política de unidad nacional, incorporación de dirigentes opositores y diálogo aun con sus peores enemigos, aquellos que lo encarcelaron.
La situación política de Milei no es la de Menem, no tiene un partido político fuerte ni la historia personal ni la experiencia de gestión que tenía el riojano. Su llamado a la unidad nacional suena más a condicionamiento que a la búsqueda de un proyecto común. Menem, a pesar de su fortaleza, debió negociar con Alfonsín la reforma del 94. Eso es la política.
Entendemos que el Presidente hoy solo tiene a su favor la expectativa de un sector de sus votantes que tienen la esperanza de que las cosas cambien y al carecer de una fuerza política se sostiene en su liderazgo desafiante poniendo 2025 como el momento de consolidación política.
LUCES AMARILLAS Y POLARIZACIÓN POLÍTICA
Pero fin de año llega antes y será un momento clave para que parte de la opinión pública decida si le ratifica o no la confianza. Por el momento tiene a su favor una oposición que no logra ser referencia para el sector del electorado que no apoya al Gobierno. Las discusiones internas tanto entre peronistas de todo pelaje como entre radicales respecto de cómo pararse frente al fenómeno Milei parecen ser más importantes que la capacidad para hacer una propuesta de país diferente. Para ello, sobre todo en el caso del ex oficialismo, necesita hacerse cargo de los errores cometidos.
Sin embargo, en la escena pública predomina el relato del núcleo duro que les echa la culpa por la derrota a quienes no coinciden con sus postulados. El peronismo ha llamado a elecciones internas para noviembre. Allí tendrá la oportunidad de decidir si renovarse como lo hicieron en el 88 Menem, Cafiero, De la Sota y otros luego de la paliza que les dio Alfonsín o seguir con un núcleo de ideas y prácticas que parecen desfasadas de la realidad que vive la sociedad argentina.
* Consultor y analista político. (Publicado en Perfil)
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